sábado, 29 de noviembre de 2008

Andar por la calle es algo más




Andar por la calle es algo más que un simple recuerdo que se posa en la retina,
Es conquistar al sol con la sana caricia de una niña,
Es reír con la silueta de dos ancianos besándose la mano,
Es recordar esa mirada de un extraño que en la esquina te sonrió,
Es observar como los maniquíes bailan un tanguito argentino
mientras la noche se pasa bebiendo una copa de vino.


Andar por la calle es algo más que un simple momento que se deja en un tejado,
Es tomar una tiza para escribir tú y yo en la casa de un hombre necio,
Es atrapar la sonrisa de un niño y colocarla como señal en una estrella,
Es levantar los zapatos al cielo y ponerse a correr como una loca,
Es tocar la mano de un sauce y estremecerse con su ternura
porque te recordó cuando el primer beso te hizo volar.


Andar por la calle es algo más que un invento de un poema para recordar,
Es imaginar y sentir como un motivo te hace de alguna manera llorar,
Es como el consuelo cuando miras las flores y ellas te enseñan a perdonar,
Es decir un -gracias mas sincero- a esos amigos que son de verdad,
Es cantar la canción que habla de cómo el sol se vuelve a enamorar
cuando el día amanece y a falta de luna las estrellas le enseñan a amar.


Andar por la calle simplemente es beber del silencio toda la eternidad…



"Carol Su"
Foto: Ladi

viernes, 18 de julio de 2008

Los atardeceres


I

No se me ha olvidado que traigo el abrigo al revés.

Que la noche tiene un color oscuro de ternura
y que debo más de lo que tengo.
Es por eso que te observo cuando llega la tarde,
cuando caen del cielo las nubes y los amantes.

Y viene el recuerdo de negrura,
esa ropa vieja que tiene tanto miedo,
ese abrigo de luto que toma el tren en esta tarde.

Es que amo tanto los atardeceres,
que cuando me buscan no me encuentran
y pareciera que vuelo perdiendo mi cordura.
Es que en medio de la tarde el sol mira mi pobreza
y me desnuda con el sabor melancólico de lluvia.

Pero ella es una lluvia tan distinta,
Ella me ata y me desarma como nadie,
tan invisible y tan real como ninguna.



II


No se me ha olvidado que traigo el abrigo al revés.
Que la noche tiene un color oscuro de ternura
y que debo más de lo que tengo.

Es la tarde el dulce manjar de una princesa,
el viaje perfecto de los ojos tan ajenos.

El arcó iris se vuelve de la cabeza a los pies,
como un crepúsculo que pide a gritos un minuto
en el éxtasis de la escena del amor.

En la tarde todo nace y se revive,
los recuerdos te duelen como lanza,
y la lagrima no es ajena en tu luto.

Son así los atardeceres,
como un sueño que se mira,
como un viaje que se pronuncia,
como un recuerdo que duele.
"Carol Su"
Foto: Ladi